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UN LLANTO AZUL/UM PRANTO AZUL

Palomas
Un llanto azul de "Cuentos para leer sin rimmel"...Um pranto azul de "Contos para ler sem rimmel"

Me he cepillado el pelo hasta dejarlo brillante, me he puesto mi vestido verde – el que te gusta – y he cruzado la plaza para llenarme los ojos con esa luz que se cuela entre las copas de los árboles y deja dos escarabajos de oro en mis pupilas. Porque voy a verte.
Porque voy a verte aún sabiendo que es para decirte adiós, para que me digas adiós, para que me aprietes las manos entre las tuyas y me hables del amor que ha crecido entre nosotros, pero no es una enredadera que da campanillas violáceas sino una hiedra oscura , que nunca sabrá de flores.
Sé todo lo que va a ocurrir:
Rodará un llanto azul por mi mejilla.
La nombrarás para sentirte menos culpable. Hablarás de ella, de sus años de fervor y entrega, de las tranquilas paredes de tu casa, sacudidas por las pequeñas manchas que les hicieron las manos de tus hijos. Hablarás también de ellos: dirás sus nombres con voz trémula, y yo me estremeceré y los acunaré en mi mente, como si me pertenecieran.
Es tu “yo pecador” hablarme de eso, después de haber soltado amarras, después de haber viajado conmigo entre tus brazos por un mar de ángeles sentenciosos y risas asfixiadas por tus besos y vientos de fuego quemándose en la sencilla y honda ceremonia de la pasión y el estremecimiento. Cuando me confesaste que no eras libre, ya estaba enamorada de vos, ya me querías.
Sentí que el universo se vaciaba y me tragaba en sucesivos terremotos; que me hundía buscando donde apoyar los pies.
Pero te quiero- dijiste.
Y la tierra volvió bajo mis pies, se cerraron las grietas, se soldaron los abismos, todas las cosas volvieron a su lugar.
Tan sólo una pátina gris sobre mi vida, sobre mi cuerpo, oscureciéndose, aplastando mis movimientos hasta volverlos lentos gestos de autómata.
-Pero te quiero.
Me colgué de esas tres palabras para no morir. Entonces empezó la ansiedad de nuestros encuentros.
Empezaste a nombrarla cada vez, a armarla para mí, para que supiera sus colores, sus actos, su forma de pensar.
Tan distinta de mí. Tan distante de vos y, sin embargo, teniéndote. Porque vos no sabías – todavía no sabías- que era ella y no yo quien te tenía.
Y yo lo fui sabiendo – sin querer, sin proponerme saber -, lo fui sabiendo día a día y fui ocultándotelo con miedo de que lo advirtieras.
Mientras no lo supieras me albergarías en un rincón de tu ser y de tu mente y seguirías pensando que yo era tu motor, que yo era la corriente de luz que te impulsaba, tu oasis, tu huerto y engalanado de frutos para el hambre y arroyos para la sed.
Egoísta, aferrada, empecinada, recortándote con el filoso cuchillo de la posesión; recortándote de tu estampa familiar en la que ellos te rodeaban, pude alargar mi agonía.
¿En qué momento descubre el árbol que su verdad es la raíz y no el libre ramaje que lo acerca al cielo y lo agita en el aire?.
¿En qué momento ibas a darte cuenta de esto? Unas semanas más, y sucedió.
Era lo inevitable, lo esperado con miedo, lo presentido. Eran los fantasmas corporizándose.
Me llamaste con una voz triste, pero segura y firme:
-Tengo que hablar con vos, por última vez...
-Bueno...
-Mañana, Ana; mañana a las tres de la tarde.
Y hoy es mañana.
Rodará un llanto azul por mi mejilla en el momento del adiós. Rodará un llanto azul por tu mejilla en el momento de la verdad.
¿Por qué entonces este afán de gustarte, este cruzar la plaza para llenarme de luz dando la hora del encuentro, si sé que va a ser el último y nunca más, nunca, nunca más volveré a verte, volveré a estrecharme contra vos?.
Voy a morir un poco y me acicalo.
Voy al entierro de mi luz y me ilumino.
Voy al martirio y río.
Azucaro el café, lo siento amargo.
Tiemblo, te quiero.
Voy a evitarte una tortura.
Voy a hacer algo por el amor que me recorre, que me aprieta frente al límite de tu olvido.
Llamo al mozo, pago mi café.
Huyo. Huyo de este lugar y del encuentro.
Me esperarás en vano. No verás mis ojos mojados. No tendrás que decirme tu discurso de despedida.
No responderé a tus llamados, si me llamás.
Ya ves te facilito la tarea. Evito que te conviertas en mi verdugo.
No es un acto de arrojo solamente; es una forma de inventarme la manera de creer que hubiera rodado un llanto azul por tu mejilla en el momento de la despedida.
Un llanto azul por mí.
Un llanto azul.
Porque si voy y estás sereno y duro, si voy y tus ojos permanecen secos, será la muerte verdadera, así... puedo llenar de azul este recuerdo.
De un llanto azul, un llanto azul por mí.

Um pranto azul de "Contos para ler sem rimmel"

Escovei-me o cabelo até deixá-lo brilhante, pus-me meu vestido verde – o que te agrada – e cruzei a vaga para encher-me os olhos com essa luz que se cola entre as copas das árvores e deixa dois escaravelhos de ouro em minhas pupilas. Porque vou ver-te.
Porque vou ver-te ainda sabendo que é para dizer-te adeus, para que me digas adeus, para que me apertes as mãos entre as tuas e me fales do amor que cresceu entre nós, mas não é uma enredadera que dá campainhas violáceas senão uma hera escura , que nunca saberá de flores.
Sê tudo o que vai ocorrer: Rodará um pranto azul por minha bochecha. A nomearás para sentir-te menos culpado.
Falarás dela, de seus anos de fervor e entrega, das calmas paredes de tua casa, chacoalhadas pelas pequenas manchas que lhes fizeram as mãos de teus filhos. Falarás também deles: dirás seus nomes com voz trémula, e eu me estremecerei e os acalentarei em minha mente, como se me pertencessem.
É teu “eu pecador” falar-me disso, depois de ter soltado amarras, depois de ter viajado comigo entre teus braços por um mar de anjos sentenciosos e risos asfixiados por teus beijos e ventos de fogo queimando-se na singela e funda cerimônia da paixão e o estremecimento. Quando me confessaste que não eras livre, já estava apaixonada de vos, já me querias. Senti que o universo se esvaziava e me engulia em sucessivos terremotos; que me afundava procurando onde apoiar os pés.
Mas te quero- disseste.
E a terra voltou sob meus pés, fecharam-se as gretas, soldaram-se os abismos, todas as coisas voltaram a seu lugar.
Tão só uma pátina cinza sobre minha vida, sobre meu corpo, escurecendo-se, achatando meus movimentos até voltá-los lentos gestos de autômata.
-Mas te quero.
Pendurei-me dessas três palavras para não morrer. Então começou a ansiedade de nossos encontros.
Começaste a nomeá-la cada vez, a armá-la para mim, para que soubesse suas cores, seus atos, sua forma de pensar.
Tão diferente de mim. Tão distante de vos e, no entanto, tendo-te. Porque vos não sabias – ainda não sabias- que era ela e não eu quem te tinha.
E eu o fui sabendo – sem querer, sem propor-me saber -, fui-o sabendo dia a dia e fui ocultando-te com medo de que o advertisses.
Enquanto não o soubesses me albergarias num rincão de teu ser e de tua mente e seguirias pensando que eu era teu motor, que eu era a corrente de luz que te impulsionava, teu oásis, teu horto e engalanado de frutos para a fome e ribeiros para a sede.
Egoísta, aferrada, obstinada, recortando-te com o filoso faca da posse; recortando-te de tua estampa familiar na que eles te rodeavam, pude alongar minha agonia.
Em que momento descobre a árvore que sua verdade é a raiz e não o livre ramaje que o acerca ao céu e o agita no ar?.
Em que momento ias dar-te conta disto? Umas semanas mais, e sucedeu. Era o inevitável, o esperado com medo, o pressentido. Eram os fantasmas corporizándose. Chamaste-me com uma voz triste, mas segura e firme:
-Tenho que falar com vos, por última vez...
-Bueno...
-Amanhã, Ana; amanhã às três da tarde.
E hoje é manhã.
Rodará um pranto azul por minha bochecha no momento do adeus. Rodará um pranto azul por tua bochecha no momento da verdade.
Por que então este afã de agradar-te, este cruzar a vaga para encher-me de luz dando a hora do encontro, se sei que vai ser o último e nunca mais, nunca, nunca mais voltarei a ver-te, voltarei a estreitar-me contra vos?.
Vou morrer um pouco e me acicalo.
Vou ao enterro de minha luz e me alumio.
Vou ao martírio e rio.
Açucaro o café, sento-o amargo.
Tremo, quero-te.
Vou evitar-te uma tortura.
Vou fazer algo pelo amor que me percorre, que me aperta frente ao limite de teu esquecimento.
Chamo ao moço, pagamento meu café.
Fujo. Fujo deste lugar e do encontro. Me esperarás em vão.
Não verás meus olhos molhados.
Não terás que me dizer teu discurso de despedida.
Não responderei a teus chamados, se me llamás.
Já vês te facilito a tarefa.
Evito que te convertas em meu verdugo.
Não é um ato de arrojo somente; é uma forma de inventar-me a maneira de crer que tivesse rodado um pranto azul por tua bochecha no momento da despedida.
Um pranto azul por mim.
Um pranto azul.
Porque se vou e estás sereno e duro, se vou e teus olhos permanecem secos, será a morte verdadeira, assim... posso encher de azul esta recordação.
De um pranto azul, um pranto azul por mim.

2 CA CHORROS:

sarah

tengo los ojos llenos de lágrimas. Me estaré volviendo más débil con los años ?

Unknown

Sarah son todos para llorar, por eso 'para leer sin rimmel'...siempre he sido de llorar, imagina con esto!!!

:)) w-) :-j :D ;) :p :_( :) :( :X =(( :-o :-/ :-* :| :-T :] x( o% b-( :-L @X =)) :-? :-h I-)

Gracias por comentar

 
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